x Sergio Mejía
Inicio este editorial con una confesión. Soy un VIEJO VERDE. Si bien pertenecer a este vilipendiado grupo es un estigma social, causa rechazo y muecas de asco de alguna que otra veinteañera, debo decir que lo he pensado bien y de ahora en adelante lo reconoceré sin vergüenza ni la urgencia manifiesta de justificarme. La cosa es que aunque las canas asomen y se extiendan con mayor persistencia en la cabeza, las ganas por conquistar veinteañeras se mantienen con el mismo vigor. Si bien cuando estaba de 35 no me sentía culpable y me valían huevo las miradas y juicios silenciosos cuando me veían por ahí con alguna mujer de 20, cuando pase de los 40 el señalamiento llegó a hacer mella en mí y opté por concentrar los encuentros amorosos y planes en mi casa, evitando el salir a lugares públicos.
Y es que la etiqueta de «viejo verde», aunque pueda tener algún tipo de celebración dentro de los que tienen la misma edad de uno y hasta suscitar envidia en algunos, en los y, particularmente, en las más jóvenes, regularmente viene acompañada de gestos de desprecio y connotaciones jartas, como pervertido, baboso (por aquello de que bota la baba como un perro con rabia, cuando está junto a una quinceañera) y perdedor (por que se asumen profundos problemas de personalidad y hasta cierto estancamiento en la madurez) o que se está incapacitado para levantarse una de su misma edad por ser un cretino. Puedo entender y hasta hacerme el huevón cuando es una chica la que sentencia al man que está con una 20 años menor, al fin de cuentas el juicio no está saturado con testosterona ni solidaridad de género, pero cuando un tipo chismorrea con salvaje inquina, si me dan ganas de partirle el culo por hipócrita, doble moralista y envidioso. Frecuentemente se sustenta el prejuicio descalificador, con sentencias como «…pobre viejo huevón, se lo están marraniando,”, « …que interés puede tener una jovencita por un man que puede ser su papá…» , insinuando por supuesto un interés puramente económico de parte de la chica, o frases como «ese cucho pretende rejuvenecer con una jovencita al lado…«.
Bien, pues me puse a analizar la vaina, a ver si es que tenía alguna tara u otra «desviación» que sumar al repertorio. ¿Debería preocuparme o sentir vergüenza porque me gusten con más de 15 años de diferencia? Si usted es mayor de 30 y no se ha comprometido con algún tipo de voto de castidad o alguna de esas maricadas, es heterosexual y la libido le funciona bien, es más bien difícil que no se sienta atraído sexualmente por una sexy veinteañera, bailando lambada con minifalda frente a usted. La mayoría de nosotros reconocerá que no le quitó los ojos de encima, sino está su mujer, novia, amante o mamá cerca. Esto se explica primariamente por la biología y razones evolutivas. Al hombre lo guía su instinto a la hora de buscar una pareja más joven, simplemente porque la necesidad de reproducción se complementa mejor con la pareja más apta para procrear. El hombre produce espermatozoides hasta edades muy avanzadas, incluso más allá de los 70, mientras que la mujer tiene una vida reproductiva más bien limitada que ronda los 40 a lo sumo. Por otro lado, la biología nos enseña que una mujer inicia su despertar sexual y tiene plena capacidad de ser fértil desde su primera menstruación que se presenta al rededor de los 13 o 14 años, aunque estudios recientes demuestran que cada vez se presenta más temprano.
De hecho, la historia nos demuestra que nuestras abuelas (seguramente no aplica para la mayoría de los que leen esto, pero hablo de las abuelas de mi generación) ya estaban en edad de merecer a los 15 años y no era nada raro, ni mal visto que les hicieran la fiesta de 15 y al ratico se alistaran para el matrimonio. He de decir que a raíz de este escrito, fui consciente de que mi papá le llevaba a mi vieja casi 15 años y, la verdad, estuvieron felizmente juntos hasta que les llegó la hora de dejar este mundo. Es decir que mi viejo habría sido considerado un viejo verde según los estándares de hoy. !Buena esa viejo!!. Seguramente mis hermanos me van a capar por contar esto. Jejeje.
Bueno el porqué los hombres buscamos mujeres más jóvenes para tirar, quizá no requiera demasiada argumentación. Fuera de las razones biológicas expuestas, igual que le pasa a la mayoría de las mujeres, preferimos piel y aquellos elementos sexuales primarios y secundarios más firmes y duros. Pero que explica que uno vea por ahí parejas de larga duración, de un tipo de 50 con una de 20?. Seguramente en algunos de esos casos, la cosa obedezca a intercambio de sexo sabroso por estabilidad económica, lujos o fama gratuita, la típica marraniadaque llaman, pero generalizar esta situación prejuzgando como «vividora» o «marrano» a todo caso visto por la calle no está bien, eso es propio de Tolas y Marujas o pastor fariseo. Por otro lado, considero que la mayoría de los hombres hemos sido marranos conscientes en algún momento de nuestro trajinar sexual y de pareja, o si no, que el que esté libre de pecado, tire la primera piedra. Y es que a veces y en su justa medida, no es tan indigno ser un marrano feliz, lo importante es que uno la tenga clara, finalmente está estableciendo un acuerdo tácito de goce juvenil a cambio de satisfacer uno que otro caprichito, usted verá que tanto corazón y billete le mete o no, pero como en cualquier relación de la vida, es bueno que aprenda a leer a la otra persona. Por ejemplo, si su chica tiene arcadas de vómito cada vez que le dice que se la quiere comer, piénselo dos veces antes de sacarle apartamento, no sea huevón!!.
Afortunadamente muchas mujeres jóvenes, prefieren las canas por que les atraen los tipos con algo de pausa y sabiduría, con menos apasionamiento y más estabilidad, tomarse un trago más añejo aunque exista un riesgo mayor de que no le aguante los tres polvos en el mismo día o que no se le mida a irse de mochileros por Suramérica. Si hiciéramos una encuesta entre veinteañeras, y les preguntáramos si se le medirían a echarse un polvo o salir con George Clonney, que está cerca de cumplir los 50, seguramente superaría el 90% de aceptación. El nivel de aceptación y calentura seguramente sea menor frente a Bruce Willis (55 años) o Richard Gere (61 años), pero no dudo que se mantendría alto. No creo que muchos tipos piensen que Clonney o Willis o Hugh Hefner sean unos viejos huevones, uno no los ve muy avergonzados en las fotos junto a sus amantes de menos de 25, preocupados por que se los estén marraniando, y si bien es cierto que para algunas de estas chicas el tener una relación permanente con famosos, implica un salto a la fama y viajar en avión privado, Hefner ha tenido matrimonios y relaciones con conejitas que han superado los 5 años de duración. Es decir superan la media de los 3 a 5 años que dura en promedio hoy en día un matrimonio. El mío duro 3 y solo le llevaba como 5 años a mi ex.
Pero si estos ejemplos de vejetes famosos despiertan más de una calentura en chicas jóvenes, por qué el rechazo social frente a los viejos verdes? Es claro que los ejemplos citados tienen en común que son «pintas», famosos y ricos, lo cual si bien debe ser de gran ayuda para el levante, no constituyen un seguro para la perdurabilidad de sus relaciones.
Por otro lado, fuera de algunos comentarios venenosos y trasnochados de Sweet, uno no ve que sean rechazados socialmente por andar con esculturales jovencitas, más bien suscitan envidia en hombres y mujeres. Mi mejor amiga, una señora muy seria y casada con un alto ejecutivo del Grupo Social, completa ya 21 años de feliz matrimonio. Se casaron cuando ella contaba con apenas 19 añitos y estaba adelantando estudios de periodismo. Una paisa deliciosa, con uno de los culos más ricos que haya conocido en mi vida y el típico espíritu libre y rebelde de una hippy. Él por su parte con 36 a cuestas, ya se perfilaba como un importante académico de una «reconocidísima» universidad de Bogotá, un señor super serio, de profundos e inteligentes comentarios, buena vibra y afecto contagiante. Tienen dos hermosos hijos adolescentes y son la pareja más estable que conozco.
Concluyendo, considero que es injusto y seguramente en algunos casos doble moralista, la inquina contra los viejos verdes, y ojo no me refiero al típico retrato del viejo diciéndole improperios a adolescentes por la calle, a ese como a cualquier otro hombre que lo haga, también lo miraría con desprecio, por irrespetuoso y ordinario. Hago referencia a todos los que reconocemos que somos o podemos ser en el futuro viejos verdes con dignidad y respeto por los límites sexuales del otro, sea 20 años menor o 20 años mayor; eso vale huevo, aunque, pero claro, no se meta con menores de edad porque la caga.
Este escrito es una invitación a la reflexión, para todos aquellos y aquellas que prejuzgan con facilidad, que se creen con poderes psíquicos y pueden descifrar las motivaciones y sentimientos que determinan porqué están juntos una pareja de edades disparejas. Para aquellos que levantan el dedo acusador con ligereza y doble moral, para todos los que se escandalizan por ver canas y ganas juntas y chismorrean sentenciando de «perra» a la chica y de «cucho huevón y pervertido» al tipo, cuando en realidad por dentro lo que sienten es una profunda envidia, los invito a salir del rebaño social que juzga negativamente lo que sus taras y convencionalismos sociales no los deja hacer y se la pasan mordiéndose los labios mientras ven que otro la pasa bueno. Infortunadamente estamos en una sociedad doble moralista que le prohíbe a un homosexual el donar sangre por sus preferencias sexuales, pero le vale mierda cuando ve en los noticieros que la gente se muere esperando un trasplante de órganos porque no hay donantes.
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En unos años estare en el borde de la adultez… entonces espero ser un VIEJO VERDE de calidad, sin penas ni doble moral.
Wow excelente artículo!! yo tengo 24 y mi novio 40, es una relación estable, y disfrutamos muchas cosas juntos, la madurez y la caballerosidad no se improvisan, me encantan los viejos y qué?
se nota que son una mano de viejos fracasados… que tuvieron un exito mediano y quedaron estancados en esa vida de penunbra