Foto x Rosabel Bustamente
El vestido constituye un modo de autorepresentarse, un modo de reconocerse a sí mismo, una forma de habitar el mundo. Las culturas, a través de su historia, han puesto en el vestido valores que determinan posición social, de género, de momentos sagrados o profanos, de juegos eróticos. El vestido no sólo refiere a la protección o a la salvaguarda del cuerpo respecto de la mirada ajena: el vestido es un universo de significaciones. Travestirse, usar el vestido pervirtiendo sus connotaciones y simbologías, es una manera de evidenciar el aspecto meramente convencional del vestido, despojándolo de esos tintes naturales que pareciera tener; reírse de las simbologías del rol y actuar excéntricamente es desdibujar los límites de lo impuesto y establecido. Justamente esa es la acción guerrillera lúdica y corrosiva a la que algunos le apostamos. Del mismo modo, sacar el vestido, ponerlo al lado, desnudarse, sigue siendo desde esta perspectiva, un acto de resistencia política. De ahí que en Buena Bonita y Bogotana (BBYB) nos guste empelotarnos, pues, matamos hasta cuatro pájaros de un solo tiro: 1. mostramos la belleza del cuerpo; 2. de paso honramos el aspecto erótico de la desnudez; 3. nos liberamos de tabúes y 4. subvertimos las normatividad mojigata establecida, así podemos afirmar con contundencia: ¡Liberación de taras sexuales ya, cuerpos hermosos y libres ahora!
Publicado en: La Esquina de Pinina
comentarios