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Artículos de gente que no se dedica a escribir, para gente que no se dedica a leer

Natural Ésta

26 abril, 2015 · by revistabbyb

x Laura Pardo @laupardocordero

 Tengo una espinita que se mueve y me incomoda en el corazón, cada vez que alguien sale a decir que ‘qué bueno que es BBYB, porque defiende la “belleza natural” y “sin plástico”, de las mujeres bogotanas’.

Aunque no me convenga y aunque esté claramente en contra de la moda y de lo políticamente correcto para gran parte de la joven alternatividad bogotana de hoy, tengo que decir que no. No es uno de los principios de BBYB la defensa de una belleza que se crea mejor por ser natural, no es que queramos o nos gusten más las mujeres que tuvieron la suerte de contar con la combinación de genes e intereses vitales correctos, como para que “naturalmente”, por obra y gracia de la divina madre naturaleza, resultaran ser buenas y bonitas, según nuestro criterio y gusto individual.

Personalmente, no entiendo el argumento de que las cosas son necesariamente mejores si no tienen químicos, si vienen ‘al natural’, pues mi pobrísimo conocimiento sobre química, me dice que todas las sustancias o combinaciones posibles que el ser humano puede desarrollar, provienen, en últimas, de la misma naturaleza y no de ninguna otra parte, no somos tan poderosos como para crear de la nada sustancias completamente nuevas, que no estén ya presentes en el planeta, solo podemos partir de lo que hay y, en ese sentido, creo que no hay nada que, al menos en su origen, no haya sido ‘natural’. 

Incluso aquellos artefactos que son producto de la evolución tecnológica, son de alguna manera la consecuencia de una capacidad ‘natural’ en el ser humano, que marca diferencias en su cerébro con respecto al de otros animales, y que gracias a la racionalidad moderna se ha tomado el mundo de tal forma, que falta poco para que acabe con las condiciones que permiten a nuestra especie vivir en él.

Más importante que esa pretendida naturalidad, que para algunos se esgrime como la gran gracia de las rolas que salen en BBYB, es su individualidad, la autenticidad e independencia con la que cada una de ellas asuma los principios rectores de su vida y, por ende, de su apariencia física, lo que es importante aquí. 

No creo que seamos nosotros – de hecho, no creo que haya alguien que lo sea – los indicados para decirle a otro que, si no le gusta como resultó ser su cuerpo o su cara, no debería hacer lo que la tecnología le puede ofrecer para modificarlo, es problema de cada quien el camino que decida emprender para realizarse en la vida, desde que no le haga daño a otros, no veo cual es el problema ni donde está la autoridad que puedo yo tener sobre los asuntos personales ajenos.

Por otro lado, en qué consiste, específicamente, esa ‘naturalidad’? Solamente incluye no hacerse cirugías estéticas para ponerse tetas y quitarse barriga, o también contempla no hacerse tatuajes ni pintarse el pelo, usar shampoo o echarse crema para las arrugas después de los treinta? En ese idilio natural de los jóvenes ambientalistas, estamos también cubiertos con ropas y nos ponemos bloqueador solar? Sin duda me resulta difícil trazar la línea que divide lo uno de lo otro.

Se supone que la persona que decide someter su cuerpo a cualquier intervención quirúrgica cae en el error de transformarse por querer cumplir las expectativas de otros, tratando de parecerse a quien no es, hasta el punto de arriesgar la salud por alcanzar su objetivo. Sin embargo, creo que la persona que, por el contrario, defiende a capa y espada, no solo como un mandato para sí, sino como una obligación moral que deberían acatar los demás, la no intervencion de su cuerpo por cuestiones estéticas, también está cumpliendo, de alguna manera, con las expectativas de un grupo específico, que reconoce esta naturalidad como un valor y para quienes una transformación por vía quirúrgica, sin importar los resultados, sería ya un punto negativo en la apreciación de la belleza física en cuestión.

¡Que cada quien decida cuáles parámetros le da la gana llenar! En últimas todos, consciente o inconscientemente, decidimos qué nos parece bueno o bonito de acuerdo con lo que nuestro grupo social nos enseñó. Para mi lo importante es que cada uno se haya tomado el tiempo para preguntarse a sí mismo qué es lo que le parece, quė es lo que considera bueno y bonito, sin importarle si al final resulta coincidir o no con el gusto de muchos o de poquitos. Si cada rola se cree a sí misma autónoma en esta decisión y logra convencernos a nosotros de que tiene un carácter y una cabeza independientes, !que se opere si le da la gana!, que se pinte el pelo de verde o de azul, que se maquille y se entacone si le parece y si así se siente mejor; si es capaz de frentear su gusto propio con seguridad y firmeza, eso es todo lo ‘natural’ que tiene que ser para mi.


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Aviso Parroquial

22 abril, 2015 · by revistabbyb

carmenzaparroquialb

Hubo escándalo todo el día en twitter por la foto de una rola “sin culo y con estrías”, una rola de seguro menos acomplejada que las  y los “influyentes” que se dedicaron a atacarla.

Otra ola de críticas a BBYB por su falta de estética, producción, concepto y por osarse a mostrar la foto de una mujer común, ¿cómo se atreven a poner la foto de una vieja sin culo y con estrías? Porque, es evidente,  no sólo la muchachita merecía la burla pública por tener estrías, sino que la revista BByB merecía el repudio generalizado por atreverse a mostrarla; así, segura de sí misma y de lo hermosa que en realidad resulta ser.

De la mano de las burlas a la rola desculada llegaron las burlas a la rola negra, a la rola teticaida, a la rola mechi pintada, a la rola gorda, a la rola desarreglada. Aparecían por montones mujeres señalando que las viejas BByB no las representaban y  que, además, al publicarlas hacían quedar mal a la mujer bogotana porque, ni más faltaba, todas las rolas son lo que las viejas de BByB no, ¿de dónde sacará la revista esos especímenes tan raros? Si es que ese tipo de mujeres (ojo, no sólo rolas) son las que no se muestran, son las que se esconden y se niegan; son las que no tienen derecho a ser fotografiadas o admiradas porque es de mal gusto, salido de los cánones de lo bonito, de lo aceptado.

Todo esto para decir que NO, que las chicas BByB no nos representamos más que a nosotras mismas; que no nos interesa en absoluto representar a quien se escuda en los demás para ocultar sus propios complejos. Que estamos seguras de lo que somos y que, abiertamente, decidimos mostrarlo, porque si mostramos nuestras estrías, cicatrices, gordos y toda la lista interminable de “imperfecciones” es porque ya nos liberamos de ellas. ¿Qué esconden esas personas que se creen con el derecho a censurar el cuerpo de alguien más? Habrá que ver.

Como aviso parroquial les anunciamos: No nos representamos más que a nosotras mismas, si sienten simpatía por ello ¡Bienvenidos! Si no, hay en el mundo un sinfín de mujeres y hombres que creen que una estría es condenable ¡A por ellos!

@ZaCarmenza
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La casa que estaba en Usaquén y terminó en Monserrate

14 abril, 2015 · by revistabbyb

Qué Chimba Bogotá

La historia de la Casa Santa Clara es tan extraordinaria como increíble. Ubicada actualmente en el cerro de Monserrate donde ahora funciona el restaurante con el mismo nombre, esta casa estuvo erigida durante muchos años en lo que hoy es Usaquén, exactamente en la carrera séptima con calle 116ª.

Cuenta la historia que hacia los años 40 había en Bogotá tres hombres de negocios sumamente acaudalados y que ustedes tal vez recuerden cuando escuchen sus nombres: El señor Nemecio Camacho, cuyo nombre ahora lo luce el estadio de fútbol capitalino; el señor José María Sierra, quien de cierta forma se inmortalizó gracias a que la avenida Pepe Sierra fue nombrada en su honor; y el señor Carlos Navarro, de quien nadie se acuerda porque al parecer era más bien mezquino y avaro. Este último fue el dueño de la Casa Santa Clara.

Restaurante Casa Santa Clara en Monserrate

Cuentan que uno de sus muchos viajes a…

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La última de nuestras cartas.

12 marzo, 2015 · by revistabbyb

ticucarm

Por Carmenza BBYB Ed. 21 @ZaCarmenza

Clarita es la hija de mis padrinos y la única de mis primas contemporáneas; con la que crecí, aprendí a nadar, me presté la ropa y hablé de noviecitos por primera vez. Las dos estábamos en primero B en la jornada de la tarde, de dos colegios diferentes. Tan parecidas las dos, siempre. Nos vestíamos igual, decíamos ser hermanas y cantábamos villancicos en diciembre en las tiendas del barrio San Martín de Loba en Bogotá, cada año, durante muchos años.

Nuestro sueño siempre fue ver salir el sol, así, por la ventana de la casa en Bogotá, pero siempre nos quedábamos dormidas y entonces había que planearlo otra vez, cada noche.

Con Clarita fui al culto por primera vez, teníamos una líder que se llamaba Jenny y llenaba de colores La Biblia, ella hacía la célula los viernes y entonces orábamos, hablábamos de Dios –siempre bueno- y de la vida, supongo… Pero esto último me lo estoy inventando, no me acuerdo muy bien.

A Clarita la amé en forma incondicional, siempre. De esos amores que no se profesan porque sonarían escandalosos, pero que laten en lo profundo del pecho y se mueven tenuemente hasta llegar a las pestañas y a la sonrisa. Con Clarita bailé por primera vez Baladas Americanas, en una fiesta de cumpleaños sorpresa, que le organizó mi madrina y a la que invitó a los amigos del colegio, como en un primer acto teatral sobre el cortejo.

Clarita siempre fue más bonita, siempre tuvo más éxito con los niños y siempre estuvo más chévere que yo, también fue la que se desarrolló primero. Ahí se rompió un lazo muy fuerte, ella ya era una mujer y no se podía meter a nadar conmigo porque estaba en “esos días”, le crecieron los senos, se le anchó la cadera y, de nuevo, empezó a tener más éxito con los niños (ahora muchachos) que yo. Entonces me morí de envidia.

Clarita tuvo su primer novio al mismo tiempo que yo tuve el mío, también nos contamos sobre nuestra primera vez y la segunda y la tercera y la rutina. Clarita tuvo el orgasmo que yo me tardaría varios años en tener. Entonces me morí de envidia, otra vez.

Un día nos quedamos despiertas toda la noche y vimos el amanecer. Ahí creo que, de nuevo, se quebró algo grande entre las dos; ya no tenía sentido que nos quedáramos juntas. Las cartas enviadas con alfabetos inventados, en las que planeábamos la próxima noche para ver salir el sol, se hicieron innecesarias.

Con Clarita me di el primer beso con una mujer. Nos tocamos, nos conocimos, nos excitamos hasta la saciedad y nos volvimos a besar, todo sin el morbo que entraría al juego muchos años después, en mis relaciones con otras personas, pero sin la inocencia que le atribuyen a la niñez; porque sabíamos que estaba mal, que había que hacerlo a escondidas y no contarle a Jenny, ni a los papás, ni a nadie. Y así, cada noche, durante muchos años.

Y tal vez por eso cuando se desarrolló se rompió ese lazo tan profundo que se tejió en el erotismo, en la sexualidad que es por primera vez y que además es lésbica. ¿Si aplicará ese término para dos niñas de 6 años? Igual era nuevo y era rico, ya a esa edad.

Y llegó la adolescencia y cada una formo su carácter y asumió su “rol como mujer” y entonces ya no nos mirábamos a los ojos, así ella ya hubiera tenido su primer orgasmo con su novio y yo no, por más que le inventara siempre que sí. Porque aún cuando siempre supimos que besarnos y excitarnos y frotarnos y restregarnos la una con la otra, estaba mal, con el crecimiento llego ese pudor pendejo y ese deber ser “como mujer” que abrió una brecha inmensa entre las dos. Como si no hubiéramos sido ya mujeres, cada noche en que nos quisimos tanto.

Entonces crecimos y ella seguía yendo al culto y yo, bueno yo no sé si deje de creer en Dios o nunca lo hice, pero entonces mi moral era distinta y me las daba siempre de frentera y ella me parecía tan morronga. Tan cristiana y metiendo al noviecito a escondidas a la casa, tan cristiana y tan mentirosa, tan cristiana y llevando trago al colegio bien, donde estudiaban las niñas bien como yo, pero no como ella. Y entonces crecimos y se terminó de romper eso tan profundo que se construyó entre las “cabaña”s que hicimos con sábanas, cada noche durante tantos años. Y la dejé de amar.

Y entonces Clarita hace unos días decidió que se ve va a vivir con una novia que tiene, que tuvo sin decirle a nadie, luego de muchos novios. Y salió del closet sin hacer bulla, sin darle explicaciones a nadie, así mis padrinos se murieran de la rabia y de la frustración, así yo me enterara por los chismes de la familia, porque hace muchos años no hablamos. Y me morí de envidia otra vez, pero esta envidia diferente que no da piedra sino que genera incomodidad. Me morí de envidia de saberla tan fuerte y tan decidida, mientras yo seguí nadando en la ola cómoda de la que se las da de frentera y que no le tiene miedo a hablar de nada, pero que de verdad se asusta al mirar a Clarita a los ojos. Me dejó incómoda sabiendo que así, tan morronga como siempre la creí, tan mentirosa como siempre me pareció que era, estaba dándole al mundo una muestra de valentía y de amor profundo. Y entonces el problema siempre fue mío, ella siempre fue auténtica, SIEMPRE; nada más que yo seguía convencida de que ella debía ser como yo quería, como había soñado desde que éramos niñas y nos queríamos tanto.

Entonces decidí escribirle esto, la que podría ser la última de nuestras cartas, con el alfabeto convencional; con el afán de que me lea y sepa que la amo inmensamente; que la admiro y que hoy, luego de tantos años de ausencia y sin pretender entrometerme en su vida que es tan suya, le entrego toda la lealtad que le debo desde hace tiempo, la entrega sin interés y sin el miedo de mirarla a los ojos.

x Carmenza
@ZaCarmenza

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No me digas qué soñar

29 enero, 2015 · by revistabbyb

x Laura Pardo
@laupardocordero

La representante de Colombia ganó el concurso de Miss Universo y creo que es una bonita ocasión para meter la cucharada en tantas críticas que insisten en decir que el logro de la señorita es poca cosa y que es el colmo que los noticieros y el ‘pueblo’ en general, se ocupen de asuntos como ese.

Dentro de los principios cristianos que se nos han enseñado a perseguir a la mayoría de colombianos, está el de ubicar en la jerarquía moral lo relativo al plano físico, material, por debajo de todo aquello relacionado con la dimensión espiritual e intelectual del ser humano. Así pues, parece ser que para la masa cibernética, que grita a través de las redes sociales, es motivo de mayor orgullo que una persona relacionada con uno (sea mi hijo, mi hermana, mi compatriota, yo misma, etc.), resulte ser una científica, una alta ejecutiva o una intelectual de reconocida trayectoria académica, a que decida, en cambio, encaminarse por el frívolo mundo del entretenimiento y pretenda ser modelo de pasarela, presentadora de farándula o miss universo.

Por alguna razón, que no logro comprender del todo, hay unas profesiones relacionadas con el plano físico que parecen gozar de mejor reputación que otras: es preferible ser Nairo Quintana que ser Paulina Vega, pues el deporte sí es considerado como una profesión que “claramente da sentido a la vida” y que por el contrario, ocupar uno o dos o más años de tu vida en prepararte para alcanzar el máximo galardón en un concurso de belleza, no puede ser considerado igualmente válido, ya que se apela al reconocimiento ajeno para dar sentido a la vida.

Sin duda la consideración acerca de lo que es bello o físicamente deseable, así como de las virtudes intelectuales o actitudinales que se juzgan valiosas, está íntimamente ligada con la sociedad en la que viven y se construyen las personas, con los valores que son caros a esa sociedad. Todos buscamos reconocimiento en los demás y eso no significa que no lo encontremos también en nosotros mismos, Nairo no se queda montando bici juiciosamente, todos los días en las montañas colombianas, sino que decide hacer de esa forma de vida su sustento, que además de dinero puede darle reconocimiento social y convertirlo en un orgullo patrio.

Así como la señorita Colombia busca que un grupo de ‘otros’, internacionalmente conformado y con gran resonancia mediática en nuestro país, dictamine que su belleza es superior a la de las demás, cualquier columnista que decida expresar su punto de vista sobre lo reprochable que le parece la atención prestada a un acontecimiento como ese,  también busca el reconocimiento de sus lectores, seguramente espera encontrar a otros que piensen como ella y le recuerden a Paulina que la meta que acaba de alcanzar en realidad no es tan importante y que, por el contrario, está siendo cómplice de la perpetuación de terribles condiciones socioeconómicas en las que viven la mayoría de quienes se alegran con su triunfo, de la violencia de género y del circo patriarcal que nos impide a todas las mujeres progresar.

Me pregunto yo ¿cómo puede alguien decidir y opinar y juzgar sobre lo que puede o debe dar sentido a la vida de los demás, y aún peor, de unos ‘demás’ que ni siquiera conoce? ¿Por qué el hecho de que una señorita X, como muchas otras de su misma edad y en condiciones socioeconómicas similares, haya decidido fijarse una meta determinada, por las razones que haya querido tener y que en su momento consideró suficientemente válidas para sí misma, como por ejemplo, ganar un concurso internacional de belleza, la determina y la define absolutamente hasta el punto de decir que ese será su máximo mérito? Me pregunto ¿cuáles serán los logros que todos los que la critican habían alcanzado a sus 22 años, como para que tan descaradamente ridiculicen y descalifiquen su resultado en ese concurso que, aunque puede ser irrelevante para mí o para ti, ciertamente no lo es para ella ni para todo el público que lo sigue?

Se habla de que lo reprochable de este tipo de atención a los asuntos de farándula es que evita que ‘la gente’ (término que imagino es utilizado para referirse a la gran mayoría de colombianos promedio, estereotipadamente percibidos como torpes, poco reflexivos y manipulables, que engordaron el raiting y se emocionaron con la victoria efímera de Paulina, así como con la de Nairo y también cotidianamente con las telenovelas de horario triple A) se percate de lo precaria de su situación, de la gravedad de sus problemas, de los asuntos que inciden directamente en la economía, la política y demás temas ‘realmente’ importantes y relevantes. Lo ‘realmente’ importante, ¿debe ser lo mismo para todos?, ¿deberíamos propender por hacer que cada uno viva según los parámetros determinados por alguien más para alcanzar su propia felicidad y de acuerdo con los cuales debe decidir gastar los minutos de su vida? ¿Según los parámetros de quién debemos establecer nuestra propia categorización de lo más o menos importante? ¿De las columnistas y comentaristas de las redes sociales, que se autoproclaman defensores del género y contradictores de la sociedad patriarcal, inmunes al pan y al circo, que saben de sentidos vitales y de logros y de méritos válidos para todos?

Por otro lado, considero que el argumento de la distracción, referido a una enorme clase media colombiana, en un momento de tantísima oferta y variedad de contenidos y de fuentes ampliamente accesibles por internet, en el que virtualmente cualquiera que tenga algo que decir puede hacerlo y encontrará algún otro que lo escuche, y en el que cada vez más se incentiva el expresar una opinión, cuando estamos, más que nunca, prestos a declarar si algo nos gusta o no nos gusta, o a condensar nuestras ideas en 140 caracteres, es por lo menos, débil.

Mi interpretación de ese discurso es que es decididamente doble, puesto que, por un lado se regodea en una auto-victimización, cuando quien critica se identifica a sí mismo como parte de esa ‘gente’ que está ‘jodida’, títere de los medios de comunicación y condenada a la eterna estupidez, y por otro lado, en una soberbia posición de superioridad, cuando quien critica se ubica del lado de los iluminados y se proclama a sí mismo como parte de un sector de mayor o verdadero entendimiento, de probada inteligencia, hasta el punto de tener el derecho y autoridad de decir qué puede dar sentido o no, a la vida de alguien más.

Cualquier parroquiano de clase media en Colombia, que sepa leer y tenga acceso a internet y algunas horas a la semana de distracción e interacción con los medios de comunicación y con sus compatriotas, puede perfectamente decidir en cuáles contenidos gasta su tiempo, de qué información se procura, cuáles son las fuentes que consulta y sacar sus propias conclusiones al respecto, la obviedad de que hay que invertir presupuesto en educación de calidad y en trabajos decentes y económicamente suficientes para todos, no es algo que necesite opacar un concurso de belleza ni que se vuelva invisible para todos los que les dio la gana ‘diomedizarse’ o gastar su tiempo libre en cualquier otra cosa. Si algo te interesa y te preocupa, lo buscas, indagas, tratas de hacer algo al respecto, porque es tu responsabilidad hacerte cargo de ti mismo y de tus opiniones, nadie te obliga a ver una novela o a echarte a dormir si te parece y si decides hacerlo, eres tú el responsable de tus actos, no el libretista que escribió una historia sobre lo que quiso o el concurso que pretende decir que otorga el título de la máxima belleza universal.

Por último: estoy plenamente convencida de que cuando alguien decide que otro alguien – la gran mayoría de las veces, una mujer – se convierte en un objeto si decide mostrarse a sí misma de manera sexualmente provocativa, exponiendo los atributos que considera valiosos y deseables de su apariencia física, es quien juzga el que está ejerciendo esa ‘cosificación’, al creer que detrás de las curvas y la cara bonita, deja de estar una persona en toda su complejidad y con todas sus capacidades mentales intactas, aunque desfile en traje de baño o le guste pintarse la cara y sonreír ante las cámaras.

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¡VIVA!

13 diciembre, 2014 · by revistabbyb

vivacarmenz

“Posar en cuatro con cara de sexo es válido, pero ya hay mucho de eso, recuperemos el erotismo”

El comentario acompañaba la foto de una niña de perfil, en ropa interior, siendo todo lo sensual que la política de facebook le permitía ser sin recibir censura y con un erotismo sutil, que en este caso su amiga reivindicaba. La amiga, por otro lado, era una de estas mal llamadas feministas que cumplen con no juzgar de dientes para afuera ninguna acción en la que vean a una mujer empoderada, pero que en el fondo siguen reproduciendo la jerarquización de lo que está bien y mal; de esas que se creen con el criterio de decidir que ya es suficiente de una u otra cosa.

Las mujeres “posando en cuatro con cara de sexo” no son una novedad, no es algo que se esté inventando BByB o que haya iniciado con la Chicholina, pero ¿enserio? ¿ya hay mucho de eso? Entonces, ¿por qué sigue causando tanta conmoción? ¿Por qué sigue generando tanta controversia?  Estoy convencida de que el problema no es que  “ya haya mucho de eso”,  el problema es que está en el extremo contrario de lo bien visto, del buen gusto, de lo aceptado, de lo delicado, del erotismo sutil y, ante eso, ante algo que lleva tanto tiempo en el lado opuesto, en el oscuro, en el de la media noche con audífonos puestos, en el extremista, en el radical, solo puedo lanzar un gigante ¡VIVA!

¡VIVA! Porque gracias a que existen posturas radicales, en ambos extremos, existe la posibilidad de moverse de lado a lado o permanecer en puntos intermedios. Gracias a que existe la extrema derecha y la extrema izquierda es que es posible moverse entre un progresismo light y una “derecha intelectual”. Gracias a que existen mujeres posando en cuatro con cara de sexo es que pueden existir chicas que posan en ropa interior, con la pose más soft, ligth y “artística”, (a las que podría ponérsele la marca de agua de Leonisa y nadie notaría la diferencia-), y es a cada una de ellas a quienes están dirigidas estas letras:

Querida:

Gracias a la mujer que se empelotó, que fue vulgar, de mal gusto, retadora, incorrecta y sexualmente provocativa, es que hoy tú puedes hacer lo que haces sin ser tildada de puta, de no valorarte, de no respetarte; porque esos adjetivos siguen reservados para ella.

Gracias a la chica tímida, que decidió no mostrar ninguna parte de su cuerpo, que guarda todo el pudor que le pudo heredar el conservadurismo del siglo pasado, es que tú hoy puedes hacer lo que haces sin ser tildada de morronga, de aburrida, de frígida; porque esos adjetivos siguen reservados para ella.

Estás en un lugar bien cómodo, en el que no ser ni de un extremo ni de otro permite que no seas juzgada por ningún frente; para nadie eres un caso perdido, porque siempre puedes ser más puta o más frígida. Para mí solo estás ahí, suspendida, esperando que la corriente te lleve al lado más favorable, del que huirás cuando no te respalden y al que volverás cuando lo necesites. Debo reconocer que estás ahí y que, seguramente, todo será más fácil que para las chicas que se mueven en los extremos y eso, si lo aceptas y lo reconoces como parte de tu vida, no es algo que se pueda juzgar.

Por eso antes de mirar por encima del hombro a la puta o a la frígida, te invito a que les agradezcas tu comodidad, tu zona de confort, la posibilidad de no despertar ninguna reacción radical, más que las de las tías conservadoras de la familia que, de todas formas, siempre terminarán pensando que “pudo ser peor, que podrías estar posando en cuatro con cara de sexo”.

Tu camino será más sencillo, siempre tendrás dos referentes extremos con los que podrás compararte para salir bien librada y eso, en una sociedad tan depredadora como la nuestra, puede ser la decisión más inteligente. Porque ubicarse en un extremo, cualquiera que sea, implica cualificar tus argumentos, llenarlos de contenido, cargarlos de coherencia y actuar conforme a ellos, enfrentarse no sólo con la postura opuesta sino con el sin fin de matices que hay en medio y para ello, querida,  hace falta pasión, seguridad, no tener miedo de caerse, de que duela, de que lastime, hace falta tener la fuerza suficiente para volverse a levantar cada vez más digna, más fuerte, más creadora que siempre, porque son las que se mueven en los extremos las que crean, las que sorprenden, las que nos abren el camino al resto.

Gracias a la vida no todas están en los extremos porque perdería la gracia. Pero también, gracias a la vida  que existen, que son pocas, que se mueven, que cambian, que se arrepienten, que regresan y que al menos, no le quitan a su vida la posibilidad de generar reacciones radicales, de que los demás, por un momento, deban moverse a su ritmo y compás, para odiarlas o amarlas. Son las que viven en los extremos las que jamás pasan desapercibidas, las que sus parejas van a amar con toda la intensidad, la rabia, la frustración y la ternura posible, son las que marcan la vida de quienes las conocemos, son a quienes nunca terminamos de entender, son de las que siempre esperamos lo inesperado, pero siguen sorprendiendo. Son ellas, las de los extremos, las de las decisiones radicales, son las que dicen adiós y sabemos que jamás vamos a volver a ver… pero de vez en cuando aparecen y vuelven a dejarnos el mundo al revés.

Para ustedes, las que viven en el medio, el más fuerte deseo de que descubran qué las hace moverse, agitarse, coquetear con los radicalismos, vivir al límite. Porque la vida, fuera de los cánones de lo aceptado, es una carrera a contracorriente y con exceso de velocidad, pero es la carrera más apasionada, que más enseña, que mas fortalece; es la carrera que hace a sus competidoras dignas mujeres de las cuales aprender, sorprenderse, enamorarse.

Y para ustedes, las que viven en el extremo, cualquiera que sea, no tengo más que respeto, admiración, montones de amor y por qué no, toneladas de envidia… además de un grandísimo ¡VIVA!

 

Carmenza Zá
@ZaCarmenza

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El rito

26 noviembre, 2014 · by revistabbyb

lauriliu

x Laura Pardo
@laupardocordero

Yo estudié en un colegio de monjas salesianas y ellas acostumbraban a dárselas de creativas y propiciar toda serie de representaciones y actividades lúdicas para inculcar los valores que consideraban buenos y loables, en sus ingenuas y resignadas pupilas infantes.

Este tipo de eventos colectivos, casi ritualizados, en los que se pretende comunicar determinado mensaje o eslogan conectado a un acto simbólico, en el que se espera la participación complaciente de la mayoría, es una táctica ampliamente utilizada por todos en la vida cotidiana y que se puso especialmente de moda, creo yo, impulsada por la facilidad comunicativa de las redes sociales y el internet, de manera que terminamos viendo representaciones pseudo-didácticas similares a las de mi infancia, en los noticieros locales, publicaciones de amigos y la actualidad farandulera colombiana.

En mi opinión, campañas como la de que los hombres se pinten la boca con colorete, con la intención de ‘sumarse’ al ‘pedido’ por que no se golpee a las mujeres ‘ni con el pétalo de una rosa’, es uno de esos actos colegiales de representación protocolaria, que poco o ningún impacto real creo que puede tener en las personas violentas, de cualquier género, que acostumbren a solucionar sus diferencias golpeando o agrediendo a los demás.

Por otro lado, no puedo evitar acercarme a esos discursos de defensa del género femenino con cierta prevención, no entiendo por qué se habla de la violencia contra las mujeres, como si no se ejerciera violencia contra los hombres o como si no fuera igual de grave. ¿Qué significa eso de ‘practicar la igualdad de género’? ¿Cómo se pretende alcanzar un trato igualitario, desde afirmaciones decididamente sexistas como las defensas de este tipo?¿De quién esperan estas mujeres y hombres ese trato igualitario, si por delante, en el centro del mensaje, se sigue partiendo de dar una valoración especial a los sujetos que se reconozcan a sí mismos como mujeres, puesto que históricamente han sido muchas las mujeres maltratadas?

Es decir, el sistema patriarcal de nuestra sociedad occidental ha golpeado a las mujeres por muchos años y ha ejercido contra ellas violencias de todo tipo y repetidamente. Como yo pertenezco a ese mismo género, no debes maltratarme, porque sería seguir dándote garra contra nosotras, y el hecho de que tu reconozcas en mi esa condición de mujer y que eso evite que seas violento conmigo, hará que nuestra sociedad se acerque cada vez más a que nos tratemos todos como iguales, superando el hecho de que seamos mujeres u hombres. Seguramente el problema de comprensión es mio, porque no entiendo la lógica detrás de este mensaje que percibo.

¿Cómo hace la gente para saber si alguien le dio en la jeta a otro alguien por el hecho de ser hombre o mujer y no por cualquier otra razón además de esa? Pues ninguno de nosotros es solo un hombre o una mujer sino una manera especifica de serlo, nuestra propia manera de ser. Si la gente me odia y le caigo gorda a todos, cómo hago para saber e incluso, cómo hace esa gente que me odia para saber si me odia porque soy como soy o porque soy una mujer, entre todas las otras cosas que soy?

En realidad no creo que lleguemos muy lejos en el camino hacia la autoafirmación como individuos autónomos, con cerebro y responsabilidades propias, si seguimos pensando y asumiendonos como parte del rebaño de mujeres históricamente oprimidas e invisibilizadas, manipular a los otros desde el papel de víctimas es una estrategia ruin y contradictoria en este caso, en mi humilde opinión repito. Si tan seguras están de su igualdad de capacidades y de potencialidades, adelante, explótenlas, hagan lo que consideren necesario, sorteen los obstáculos que se les presenten por la razón que sea, todas las personas debemos enfrentar diferentes tropiezos en el camino, no solo por ser hombres o mujeres, o latinoamericanos, o ricos o pobres, todos empezamos en algún lugar, el que nos tocó y la gracia es salir justamente de ahí, con las condiciones que eso exige, con las diferencias y riquezas que esas circunstancias dieron a la personalidad de cada uno.

Desistan por favor, de sacar la carta del género para apelar a cuotas especiales ‘para mujeres’ en las empresas o en los espacios de gobierno, asuman la dirección de su vida y de su casa y si no quieren lavar los platos y hacer la comida, hagan algo al respecto en su propio hogar, en vez de salir a darse fuerza mutuamente, para recordarse con ritos y consignas, lo capaces y poderosas que son por ‘el hecho de ser mujeres’, como si fuera un huevito kinder que le salió a uno premiado con el juguetico más bacano, el de la mística protectora de lo femenino: ‘solo por ser mujer hay que respetarla’, como si todas las personas no merecieran el mismo respeto, leyes para las mujeres, preferencia para sentarse en la silla que quedó libre del bus…

A mi por lo menos, que me sigan tratando diferente, que me traten como se me trata a mi, no como mujer, o como adulta o como colombiana o como estudiante, sino como al individuo que soy y que espero poder mostrar a quienes interactúan conmigo, de manera mutuamente respetuosa, sin importar si es hombre, mujer, niño o perro.

Para mi el problema de ese tipo de perspectivas es que se sigue apelando a la identificacion con un grupo para afirmarse como sujeto, para mi el mensaje no deberia seguirse yendo para allá porque sería como dar una vuelta sobre uno mismo, sino más bien apelar a la individualidad, a la unicidad por encima o antes que esas otras identificaciones y pertenencias o militancias.

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Carta a las rolas que se fueron

11 julio, 2014 · by revistabbyb

Queridas todas:lauriliu

Unas más que otras, por supuesto, pero a todas las bogotanas que pasaron alguna vez por BBYB, les tengo un espacio reservado en mi corazón y un sincero respeto por haberse atrevido a ser atrevidas a nuestro lado.

No pude evitar, y no puedo todavía, sentir que se me rompe el corazón cada vez que alguna de ustedes, después de habernos llevado bien y de ser cordiales y amables entre nosotros, muchas veces hasta cercanos amigos, decidan que fue un error y que se arrepienten de habernos conocido.

Entiendo que la prueba es dura, que el miedo de esta sociedad se manifiesta con tal fueza y agresividad, que es difícil no ceder y tratar de volver arrepentida a sus rebaños. Sin embargo, me gusta pensar que aún en ello hay algo de su valentía y que creer que se cometen errores y se pueden remediar, es también, para mi, parte importante de la vida. Pero es ahí donde hay algo que no me cuadra y que de pura atrevida, me impulsa a escribir esto.

No me gustan los arrepentimientos, aunque equivocarse es feo y a veces tiene consecuencias desastrosas, es algo de lo que también deberíamos sentirnos orgullosos. Los seres humanos somos animales, que aprendemos y cambiamos y, en opinión de algunos, crecemos, metiendo las patas, arriesgándonos a hacer lo que creemos en cada momento que es lo que debemos hacer y es por eso que a la final no es malo si nos equivocamos, o mejor dicho, si después creemos que no hemos debido actuar así.

Creo que la gran mayoría de las cosas que nos pasan en la vida, son para mejor y que todo depende de cómo lo tomemos. Si los demás se sienten incómodos con nuestras decisiones, somos nosotros mismos los únicos que les podemos dar, o no, el poder para decidir sobre nuestras vidas. Si, por ejemplo, un jefe atrevido cree que es dueño de nuestra vida sólo porque trabajamos para él y que puede imponernos su moral y sus principios a cambio del sueldo que nos paga, está en nuestras manos hacernos respetar o, por el contrario, agachar la cabeza y pedir perdón por ser o hacer lo que nos parece o nos pareció en algún momento.

Por supuesto que la vida cambia y nuestro punto de vista a través de los años resulta diferente, estoy convencida de que eso no es falta de coherencia, sino la vida misma actuando en nuestras cabezas. A todas las que ya no están cerca y que piensan que no volverían a tomar una decisión similar alguna vez, pero no por eso olvidan el franco trato amistoso que tuvimos y por ello no albergan odio ni rabia en su corazón, déjenme decirles que las quiero profundamente y que admiro la valentía de ser ustedes mismas sin arrepentirse de ello, les deseo la mayor felicidad en su camino y me parece tan admirable su decisión de acompañarnos como de alejarse. A las que optaron por odiarnos y culparnos por una decisión que ustedes mismas tomaron y ahora creen equivocada, lamento que sea doloroso, pero guardo la esperanza de que haber pasado por esta experiencia les ayude a ser más felices de alguna manera y que algún día decidan recordar el trato sincero y amable que tuvimos, y para algunas, reconocer que de nuestra parte nunca ha habido mala fe ni engaños ni presiones.

Un abrazo,

Laura

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La Nacional es una Colombia chiquita

18 marzo, 2014 · by revistabbyb

fotoarticulitox Laura Pardo
@laupardocordero

Aguzar: 5. tr. Despabilar, afinar,
forzar el entendimiento o un sentido,
para que preste más atención
o se haga más perspicaz. (Tomado de http://www.rae.es)

Estamos demasiado acostumbrados a imponer y a dejarnos imponer las razones por la fuerza. Como la gran mayoría de estudiantes de la Nacho, me sentí también indignada e intimidada por el grupito de capuchos atípicos, paracos anti-paracos, que hace unos días aparecieron en el Freud y en la Ché, en la sede Bogotá.

Se comenta por la universidad que éstos nuevos capuchos eran diferentes a los típicos grupos de izquierda a los que estamos, también desafortunadamente, acostumbrados, pues los de siempre se limitan a exhibir sus distintivos, gritar consignas y desahogar su rabia contra el cemento de la 45 o de la 26, pero sin atacar ni dirigirse individualmente a los estudiantes, ni mucho menos forzarlos a mostrar sus bolsillos o sus maletas.

Se aventuran varias hipótesis sobre la identidad de estos trogloditas de turno: unos creen que pueden estar conectados con la vigilancia oficial de la universidad, otros que son mamertos anti-consumo de porro o paramilitares de derecha, otros piensan que pueden ser un grupo de jíbaros que se pelean la plaza con otro grupo de jíbaros. La preocupación se hace mayor al encontrar una vacía respuesta, casi protocolaria, por parte de las directivas de la universidad frente a estos hechos y aún más cuando se escuchan justificaciones por parte de algunos estudiantes, al decir que no hay por qué conmoverse, ya que no es nada raro que los encapuchados irrumpan en la cotidianidad del campus y hasta que sería bueno que por estas intimidaciones, los usuarios de marihuana sean relegados e incluso eliminados de la universidad.

Lo más absurdo de este asunto es que los anónimos armados pretendieron abogarse el derecho a establecer los espacios en los que sería permitido o no fumar marihuana, señalando además, en una respuesta igualmente anónima a uno de los escritos que sobre el tema se publicó en internet, que deberíamos irnos acostumbrando a su presencia, como si fueran ellos y sus armas los llamados a decidir y a imponer las formas válidas de apropiación del territorio universitario, según sus anónimas costumbres y preferencias.

Los estudiantes, como sabemos, tampoco en esta ocasión hemos logrado llegar a un consenso, resultando esto en otra muestra de nuestra terrible fragilidad, que permite no solo imposiciones con respecto a actividades que para algunos pueden ser polémicas, como el hecho de fumar marihuana, sino también llegando a afectar espacios culturales y académicos, como la jornada de los viernes en la tarde, desaparecidas por imposición, gracias a la brillante estrategia de cerrar la universidad, incluyendo bibliotecas y salones de clase, para evitar que los estudiantes permanezcan en el campus y se entreguen a la fiesta y el descontrol con el que suelen recibir cada fin de semana. Me cuesta creer que alguien se haya podido comer ese cuento y que no haya sido todavía despedido, por inepto, el funcionario artífice de semejante propuesta, ciega de ingenuidad, que solo ha logrado que el fin de semana comience antes.

Celebro la actuación de la representación estudiantil, que hizo de inmediato la denuncia pertinente frente a la comunidad universitaria, aunque desafortunadamente no haya tenido mucho eco entre la mayoría de estudiantes, limitados, como yo, a expresar su descontento en las redes sociales, pero todavía demasiado débiles, en tanto individuos aislados, para poder evitar que se impongan acciones represivas, aún contra las actividades académicas que, se supone, deberíamos poder desarrollar.

Tan orgullosos que estamos todos de estudiar en la Nacho, de lo inteligentes y críticos que somos, de lo comprometidos que decimos que estamos con nuestra realidad, pero a la hora del té, como dicen las abuelitas, nos dejamos sacar, nos dejamos imponer, nos vamos a beber afuera y dejamos que las actividades culturales que se hacían los viernes, se vuelvan parte del pasado, se conviertan en una queja más, otra queja, una más de las tantas que nos sirven para llenarnos de rabia y esperar de los estamentos poderosos – llámese vicerrectoría, gobierno nacional o maldito capitalismo despiadado – la solución a nuestros problemas o, lo que es peor, pretender superarlos al justificar la acción anónima detrás de una capucha que, así como para unos es símbolo de lucha y de poder popular  – lucha que, en mi opinión, se queda en el enfrentamiento de piedras contra cemento; poder popular que se limita a hacer bulla, una bulla desgastada y ya casi imperceptible, excepto porque agrava el bogotano caos vehicular –,   es aprovechada por otros para también esconder la mano que tira la piedra, e intimida y amenaza al que piensa y actúa diferente.

Yo quiero a mi universidad, no me mal entiendan, quiero a mis compañeros, como quiero a lo que me imagino que es mi país, pero los quiero casi como a un hijo bobo, terco y bobo;   mi amor es ese amor obligado por los años y por la costumbre, que se mezcla constantemente con la frustración y que se pone a prueba todo el tiempo. No me dejo de preguntar si, como le dicen a uno desde la inducción, la Nacional es como una Colombia chiquita, ¿será que algún día dejaremos tanta juzgadera, tanta quejadera, tanto absoluto convencimiento de la verdad de nuestras propias creencias y percepciones? ¿Será que los estudiantes seremos capaces de dejar a un lado nuestra doble moral y aportar, aunque sea, un poquito de respeto y coherencia a nuestro país? No estoy pidiendo que a todos les indigne lo mismo que a mí, cada persona verá en qué luchas se mete y qué acciones realiza para alcanzar sus fines, es solo que me resulta muy triste comprobar que, también en nuestra patria chiquita, se sigue perdiendo el espacio para pensar, para disentir de la norma social, para ser tranquilamente lo que cada uno quiera ser,  sin tener que pedir permiso ni hacerle daño a los demás.

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Carta a las rolas que han salido en BBYB

31 marzo, 2013 · by revistabbyb

Queridas amigas:

Mostrar el culo no sería lo mismo si no hubiera tantos abusivos creyéndose con derecho a señalar, a herir, a inventar mentiras, a atacar. A ustedes les ha dado la gana y lo han hecho por cualquier razón que haya sido, no son muchas las personas que se atreven a vivir, porque para mi, dejarse llevar por la corriente lleno de miedo a lo que puedan decir, no es vivir.

Ustedes son un ejemplo para muchos, empezando por mi. Su valentía me obliga a tratar de dar la talla, a no dejarme achicar por los que disparan, a seguir creyendo que tengo derecho a vivir como yo quiero y no como mi mamá o mi suegra preferirían. Es por eso que juntos estamos construyendo un gran proyecto.

Gracias a los que viven creyendo que se protegen de sus complejos al tratar de embutírselos a los demás a la fuerza, es que las personas que no se dejan son para mí la mayor gracia que tiene la humanidad.

Gracias a los que juzgan y atacan es que no es fácil, si fuera fácil lo haría todo el mundo y no sería especial. El mundo no tendría sabor si todos estuviéramos adaptados al rebaño.  No sería fascinante y enamorador,  por lo menos para mi, conocer o simplemente saber de gente que se atreve a hacer lo que le da la gana, sin joder a nadie, y que le dice con una sonrisa a cualquiera que piense lo contrario que le importa un carajo, y que todo bien.

Para muchas de las mujeres que han salido en BBYB no ha sido fácil y han recibido piedras con intenciones de matarlas pero que solo han logrado fortalecerlas, otras se han dejado arrodillar y han terminado con la cabeza agachada volviendo a la fila de los miedosos incapaces de perseguir a su corazón.

A las que siguen firmes, las amo con locura. A las demás las amé.


José Cuberos
Director de BBYB
@josecuberosr

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